El ego se puede alimentar de muchas fuentes, siendo una de ellas el “pobre yo” el victimismo y convertirnos en prisioneros de dicha fuente de ego, la que hace que estemos cegados ante una mejora en la calidad de nuestra vida.
El ego se puede alimentar de muchas fuentes, siendo una de ellas el “pobre yo” el victimismo y convertirnos en prisioneros de dicha fuente de ego, la que hace que estemos cegados ante una mejora en la calidad de nuestra vida.